Viveiro y el turismo de naturaleza
“[…] No brillaban los astros en el cielo,
Ni en la tierra se oía humano acento:
Estaba oscuro, silencioso el suelo,
Y negro el firmamento.
Sólo en el horizonte
Alguna vez relámpagos lucían,
Y al mugir de los mares respondían
Los pinares del monte”.
El poeta vivariense, Nicomédes Pastor Díaz llamó al poema al que pertenece este fragmento ‘Mi inspiración’. Este ilustre escritor, periodista y político español del Romanticismo y del Rexurdimento. Como político, Díaz llegó a ser Ministro de Estado en el gobierno de Leopoldo O’Donnell en el año 1856, durante el reinado de Isabel II de España. Nació en Viveiro y por un momento nos encantaría pensar que a él se refiere cuando habla de su ‘inspiración’. La mezcla perfecta de mar y monte. La quietud de la oscuridad. Viveiro reposa tranquilo a la orilla del Cantábrico. Muchas veces, su cielo gris pinta la atmósfera perfecta para las mejores fotografías de un destino que se reinventa constantemente sin perder su esencia, su cultura, su tradición y su naturaleza autóctona.
Muestra de su apuesta por la sostenibilidad, es la gran cantidad de recursos naturales que conserva, que potencia y que erige como bandera de su oferta turística. Viveiro tiene en el Pozo da Ferida, el Souto da Retorta y el paseo fluvial del Río Landro algunos de sus reclamos fundamentales como destino del turismo de naturaleza. Los senderistas tienen en esta tierra, de clima templado y paisajes verdes su auténtico paraíso terrenal. Son muchos los senderos, rutas, sotos, bosques, subidas al monte que se ofrecen a los más apasionados de las caminatas. Pequeños trayectos de dos horas que se pueden combinar con una comida en el casco antiguo o con una visita cultural para configurar una jornada turística singular.
En los paisajes de Viveiro, la naturaleza y la historia se entremezclan. Al final de la ruta del Monte Castelo, a 484 metros sobre el nivel del mar se erige la capilla de San Martín. La flora del monte está incluida en la obra Flora de Galicia y en sus inmediaciones, varias cubetas de piedra granítica se consideran históricamente con poderes curativos.
También el patrimonio industrial se entremezcla con el paisaje en la ruta del Monte de la Silvarosa. En él se ubicaron las antiguas minas de hierro fosforoso explotadas por una empresa alemana y clausuradas en los años 70. El poblado minero, canteras y pozos todavía se conservan en la zona. Del mismo modo, en la ruta de Os Muíños da Xunqueira atraviesa el área etnográfica de la capilla de Sarna, el parque eólico del Penado do Galo y el Monte San Roque, entre otros recursos.
En el área etnográfica de A Insua, se ubica el antiguo cargadero de las minas de Sivarosa. Restos de arqueología industrial de las tolvas y del tranvía aéreo bicable que transportaba el mineral hasta el mar todavía pueden verse. Muy cerca de esta zona e encuentra la cueva de San Xoán Vello, a la que es difícil acceder pero que fue considerada como lugar de antiguos cultos paganos.
Galicia es tierra de leyendas. Y como tal, en la ruta de la subida a San Roque se ubica la ermita dedicada al santo de Montpellier. Se dice que fue él quien libró a la zona de pestes en la Edad Media y dicen que se apareció en una cueva ubicada en esta zona y hoy coronada por una cruz.
Dejaos inspirar por Viveiro. Por su naturaleza y por su patrimonio. Por sus poetas y sus artesanos. Por el magnetismo de una tierra mágica en las orillas del Mar Cantábrico.