Tarraco, capital de la Hispania Citerior
“Murallas, murallas de Tarragona
cinturón de los romanos
testimonio que pregona
otros tiempos soberanos”.
Es la letra de la canción sobre las murallas de Tarragona interpretada por Bernardo Ríos, una de las canciones más emblemáticas dedicadas al pasado romano de la ciudad de Tarragona. La que fue Tarraco, capital de la Hispania Citerior es hoy un auténtico museo al aire libre sobre la cultura romana. El conjunto arqueológico de Tarraco ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000 y es el más antiguo asentamiento romano de la Península Ibérica.
Entre las fotos más emblemáticas de la ciudad de Tarragona destaca la de su anfiteatro a orillas del mar. El anfiteatro fue utilizado como cantera y de él se conserva todavía su estructura original. El anfiteatro data del siglo II d.C. y es de planta elíptica. En la parte central del mismo se ubican restos de una basílica visigótica del siglo VI y de una iglesia románico-gótica del siglo XII.
La construcción más antigua de la Tarraco Romana es su muralla, data del siglo III a.C. y en su origen constaba de 4 kilómetros de longitud. Hoy en día se conserva poco más de un kilómetro de muralla y tres de sus torres: l’Arquebisbe, Cabiscol y Minerva.
Más de 18 hectáreas abarcaba el Foro Romano de Tarraco. Constaba de dos grandes plazas porticadas y su construcción data del 73 d.C. Fue construido por orden de emperador Vespasiano y en la actualidad es el espacio en el que se ubica el entramado de calles que conforman el barrio medieval de Tarragona.
Uno de los lugares que vale la pena visitar si se hace escala de crucero en Tarragona para conocer de cerca su pasado romano es el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona. Una de las obras más curiosas que se pueden visitar en él es el Mosaico de los Peces de La Pineda, un mosaico romano compuesto por teselas policromadas de mármol italiano. El mosaico de estilo africano cuenta con 47 figuras de peces y animales marinos intercalados con preciosos motivos florales. Si duda, un auténtico tesoro por descubrir.
Otra de las visitas imprescindibles si uno quiere adentrarse en el pasado romano de Tarragona es su acueducto. Conocido como Pont de les Ferreres o Puente del Diablo abarcaba una longitud de 25 kilómetros. Hoy se conservan 217 metros de acueducto de 27 metros de altura. Dice la leyenda que fue construido por el Diablo tras ganar el alma de una doncella en una apuesta.
El Arco de Berá es otra de las construcciones emblemáticas de Tarraco, es un monumento conmemorativo de las gestas militares, un arco del triunfo de más de 12 metros de alto.
Visitar Tarragona es dar un paseo por la historia del Imperio Romano y disfrutar de su magistral maridaje entre los vestigios romanos y la ciudad moderna y vibrante que es hoy.